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El tren no maya: Las vías del colapso



El 16 de diciembre de 2018 se anunció el que sería el proyecto estrella del actual gobierno, al que le puso el nombre de Tren Maya. En Palenque, Chiapas se realizó una función para “pedir permiso” a la Madre Tierra para ser penetrada, destrozada y deforestada.


En enero de 2018, las comunidades mayas en resistencia habíamos nacido la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal. Nos reunimos en Mérida, Yucatán, para dialogar sobre las alternativas de resistencia de las comunidades afectadas por parque eólicos y solares, granjas de cerdos, proyectos de soya transgénica, especulación inmobiliaria que arrebata miles de hectáreas a los campesinos y ejidatarios a base de engaños. Sacamos el acuerdo de caminar juntos para levantar la voz y exigir que se respeten nuestros derechos como pueblo maya.


Coincidimos en lo más profundo de nuestro corazón de que la tierra no se vende ni se renta, dijimos NO a los partidos políticos, al financiamiento de agencias y fundaciones que buscan utilizarnos para dar información de nuestras comunidades, a convertirnos en un registro.


Para nosotros los mayas, el territorio es nuestra vida, es la integralidad de los elementos del universo; el agua, la tierra, el aire, los árboles, la milpa, las semillas, los animales, los cenotes, junto con los hombres, mujeres, ancianos, ancianas, niñas y niños, formamos una sola esencia a la que le llamamos territorio. Cuando una parte de nuestro territorio es afectada, se afecta todo. Si el agua se contamina o los árboles son deforestados influye negativamente en la vida de la comunidad.



Los pueblos mayas hemos bautizado este proyecto como el “mal llamado tren malla” o simplemente el “tren no maya”. También lo hemos nombrado el “tren militar”, ya que según las declaraciones del propio presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el tren lo construirán en parte los militares, lo administrarán militares y las ganancias servirán para pagar las pensiones de los militares. Entonces ¿cuál es el beneficio para las comunidades? El proyecto no es sólo un tren, viene acompañado de muchos otros proyectos invasivos de alto impacto, como los polos de desarrollo que traen consigo la especulación inmobiliaria y contaminación de nuestros recursos naturales por el flujo de turistas que llegarán a estas “ciudades sustentables”, como las llaman ahora para disminuir la agresividad del término; muchas comunidades que serán absorbidas por este “desarrollo” no lo hemos solicitado ni lo queremos, acabará con la paz y la tranquilidad de las comunidades por donde pasará ese tren.


Desde el principio denunciamos los problemas que traerá a nuestras comunidades, tanto en lo social como en lo ambiental. Como asamblea maya Múuch Xíinbal levantamos la voz desde el momento que se anuncia el proyecto, el cual se realizará en mil 500 kilómetros divididos en siete tramos, con un costo inicial de 152 mil millones de pesos que se ha incrementado un 30 por ciento por cambios de ruta, imprecisiones y falta de planeación, beneficiando a empresas nacionales y extranjeras capitalistas, aunque en el discurso AMLO sostenga que se acabó el neoliberalismo.


Nuestra palabra comunitaria lo denunció desde que se anunció la construcción del tren:


La construcción del tren no maya no contó con manifiesto de impacto ambiental desde un principio. Según el artículo 28 de la Ley general de equilibrio ecológico y protección al ambiente, debía contar con este requerimiento previo a su construcción, ya que para su aprobación se debía contar con información sobre los riesgos y daños ambientales.


La construcción del tren no maya no tenía un proyecto ejecutivo que justifique el presupuesto que se le estaba asignando, por eso mismo los cambios de ruta por cuestiones de la geografía de la península. En la ciudad de Mérida primero dijeron que sería terrestre, luego elevado, después subterráneo, lo cual nos indica que la autoridad a cargo de la construcción desconoce el territorio ya que el nivel del agua en la ciudad de Mérida es de aproximadamente 6 a 8 metros de profundidad. Les dijimos que si lo quieren hacer subterráneo en realidad sería subacuático; finalmente desviaron la ruta por cuestiones de tiempo y falta de un proyecto ejecutivo.



Les dijimos desde el principio que la construcción del tren no maya va a contaminar el agua de los cenotes, ya que son ecosistemas frágiles, endémicos, pero que además existe el riesgo de derrumbes porque este tren es de alta velocidad y de carga y su paso produce fuertes vibraciones que con el tiempo puede producir el colapso del suelo, ya que casi todo el territorio está compuesto por cavernas y cenotes. No queremos un derrumbe como la línea 12 del Metro en la Ciudad de México. En el tramo 5, de Cancún a Tulum en Quintana Roo, igual ha habido constantes cambios de ruta por falta de un proyecto ejecutivo. Se han deforestado hectáreas enteras de selva para que después como si nada hubiera pasado se cambie la ruta y se desvíe para que pase justo por encima del sistema de cenotes del Caribe mexicano.


Les dijimos desde el principio que es un riesgo enorme para el medio ambiente de la región que pase por la selva de la reserva ecológica de Calakmul en Campeche, el segundo pulmón de oxígeno del continente americano sólo después del Amazonas. No les ha importado y ya anunciaron la construcción del tramo 7 que corresponde a Calakmul, militares por cierto. No les importa el daño a la selva, aunque el presidente diga que no se va a talar ningún árbol. Basta con recorrer la zona y ver que no son “acahuales” como sostiene en ese discurso hueco y desgastado de la mañanera.


Les dijimos que este tren no maya estuvo plagado de irregularidades desde la supuesta consulta que se realizó entre noviembre y diciembre del 2019, en donde a la gente de las comunidades le explicaron los supuestos beneficios, pero no los daños y las consecuencias sociales y al medio ambiente. Incluso la ONU declara oficialmente que la consulta no se apegó a los estándares internaciones y de acuerdo al convenio 169 de la OIT.


Toda esta serie de irregularidades, falta de planeación y toma de decisiones al vapor han tenido la finalidad de hacer que el tren se termine porque se termina, como ha dicho AMLO.


Ante la posibilidad de que el tren se descarrile antes de funcionar, el presidente emitió un decreto en noviembre pasado, en el cual clasifica su tren no maya como asunto de seguridad nacional, por lo que puede usar la fuerza pública contra quien esté en contra. Nulificaba a todas las dependencias al sostener que las autorizaciones serían a favor de sus proyectos y si en un lapso de cinco días la dependencia no contestaran se tomaría como respuesta afirmativa.


La Asamblea Maya Múuch´ Xíinbal y las comunidades que la integran decidimos ampararnos ante la justicia federal por falta de un manifiesto de impacto ambiental en los tramos 1, 2 y 3 del tren, y el juzgado cuarto de distrito emitió una suspensión definitiva en marzo de 2021, la cual fue impugnada por Semarnat. La suspensión se revocó y posteriormente se confirmó la suspensión. Fonatur solicita una aclaración, el tribunal considera que hay una contradicción y ratifica la revocación de la suspensión que los mismos jueces habían otorgado en favor de las comunidades mayas que nos amparamos. Pudimos ver al poder judicial sometido al Ejecutivo. Aun así, las comunidades que caminamos en la Asamblea Maya Múuch Xíinbal no desistiremos ni renunciaremos a la defensa de nuestro territorio.


Este artículo fue publicado por la ojarasca suplemento mensual del Periódico La Jornada.


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