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Carta abierta al Sr. António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.








Península Maya, también llamada de Yucatán, a 07 de octubre de 2021



Carta abierta al Sr. António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.


Asunto: Denuncia pública sobre megaproyecto etnocida en México.



Señor Secretario General,


La Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal es una organización regional de comunidades mexicanas que caminamos juntas para defender nuestro territorio contra quienes buscan despojarnos de lo que aún nos pertenece como pueblo originario de la Península Maya (también llamada de Yucatán).


Le escribimos, señor Secretario, para denunciar la implantación en nuestras tierras de un megaproyecto gubernamental desastroso y destructivo para nuestra identidad, así como la participación en ello de organismos afiliados a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).


El gobierno mexicano, con soberbia racista, ha tenido el descaro macabro de llamar “Tren Maya” a esta agresión atroz contra nuestros derechos, utilizando su aplastante maquinaria oficial –y paraoficial– de hechos consumados, tal y como hizo con la simulación de “consulta indígena” hace dos años, en 2019, señalada y calificada de fallida en lo esencial –y por tanto ilegítima– por la misma Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) en comunicado público del 19 de diciembre de ese año.


Y a pesar de la abrumadora evidencia de violaciones a los derechos del pueblo Maya, señor Secretario, varios organismos afiliados a la ONU han seguido participando de modo instrumental y central en dicho proyecto etnocida.


Esta falta de congruencia nos causa pena, pesar y perjuicios irreparables, porque el tren que nos atropella lleva de modo ostentoso el sello de la ONU y sigue avanzando a pesar de varias resoluciones judiciales en contra. (No está de más mencionar, señor Secretario, la enorme cantidad de vestigios arqueológicos hallados en los trazos de las vías, que el gobierno federal se está llevando de nuestras tierras).


“Desde el 21 de mayo de 2019, ONU-Habitat presta apoyo sustantivo y técnico a Fonatur en el marco del proyecto Tren Maya. Así consta en el acuerdo de colaboración firmado entre ambas partes, en el que la Agencia de Naciones Unidas se compromete a apoyar a Fonatur hasta el año 2021”, dice en su sitio oficial el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT). Aquel 21 de mayo fue seis meses antes de la gran simulación de “consulta indígena” del gobierno mexicano; ONU-HÁBITAT se había sentado en primera fila, con tiempo suficiente para atestiguar todo el proceso de atropello a los derechos del pueblo Maya en la fallida “consulta”. Y a pesar de lo que vio el ONU-HÁBITAT y lo que señaló públicamente la ONU-DH, los contratos del ONU-HÁBITAT y el gobierno mexicano siguieron adelante con el tren, incluyendo la ejecución de planes de desalojo y reubicación –muchas veces a la fuerza– de personas y familias para liberar el derecho de vía.


Al tren se han subido también, señor Secretario, la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la UNESCO, atraídos por el dinero público que el gobierno mexicano tira a manos llenas, dinero que se quita a rubros como los de salud, educación y justicia en un país sediento de ellas.


La Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal ha promovido seis juicios de amparo –con resoluciones favorables– contra el proyecto del tren y ha solicitado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la adopción de medidas cautelares para proteger nuestra integridad, dado el ambiente de división y discordia que el gobierno federal provoca con este proyecto en nuestra sociedad y en nuestras comunidades. Casi un centenar de defensores de los derechos humanos han sido asesinados en México en el curso de este gobierno, señor Secretario, y actualmente hay una campaña promovida con abundantes recursos públicos para imponer al tren en nuestras tierras y apabullar a quienes nos oponemos a la violación de nuestros derechos de pueblo originario y a la destrucción de nuestra identidad.


Todo ello se inscribe en un marco nacional de racismo y discriminación estructurales, sistémicos y aplastantes. Si para mostrarlo se requieren cifras, el porcentaje de Maya-hablantes en el último siglo ha declinado a un ritmo de extinción en la Península. Y nos preguntamos: ¿Acaso la solución a esta hecatombe cultural es la implantación de un gran tren para millones de turistas y nuevas urbes y cientos de miles de nuevos habitantes? ¿La solución a nuestro problema existencial es la destrucción de lo que somos?


En documento oficial presentado al público en junio de 2020 –seis meses después de la falsa “consulta indígena” de 2019– el gobierno mexicano menciona al etnocidio y su “giro positivo” con un descuido y una frivolidad monumentales, delatando el tono general de su llamada “Manifestación de Impacto Ambiental” que refiere el daño previsto a los ecosistemas y al medio físico por el tren. Un documento deficiente en grado sumo, señor Secretari, pero existente. En cambio, en cuanto al impacto a la integridad e identidad del pueblo Maya no se ha dicho nada que no sean las mismas promesas y palabras huecas de siempre: No existe documento oficial que manifieste el impacto cultural y etnocida que ya está en curso debido al tren. En vez de ello y para evitarse el trabajo y lavar su imagen, el gobierno mexicano contrató al ONU-HABITAT, que no parece ver objeción ética en seguir colaborando de manera destacada y central –y muy promocional– en este megaproyecto violatorio de los acuerdos internacionales contra el etnocidio.


El ONU-HÁBITAT tiene el lema “Por un mejor futuro urbano”. Pero el pueblo Maya, señor Secretario, es esencialmente agrícola, silvícola y rural, lo que nos ha dejado fuera de las evidentes prioridades del ONU-HÁBITAT, que en los hechos pretende desempeñar el papel de aval internacional a un plan gubernamental invasivo, agresivo, discriminatorio, racista y etnocida. Y en el colmo de la soberbia institucional, y a pesar de su evidente incompetencia temática y de visión, ONU-HÁBITAT pretende también liderear un magno proceso de “reordenamiento” territorial donde tenga cabida el tren del gobierno mexicano y sus múltiples desarrollos urbanos.


Es obvio, señor Secretario, que algo está fallando en el sistema ético de la ONU, pues en caso contrario no habría esta brecha tan ominosa entre el “ser” y el “deber ser” en el organismo internacional que Usted representa. Y ello nos está causando un daño irreversible y catastrófico al pueblo Maya.


Es este el motivo por el que le escribimos, señor Secretario: para denunciar lo que está pasando y para pedir y exigir que la ONU deje de colaborar en el mal llamado “Tren Maya” y que haga un exhorto claro e inequívoco al gobierno mexicano para que detenga los trabajos del tren y se reponga todo el procedimiento, empezando por la realización de una genuina consulta indígena, bajo los estándares internacionales vigentes desde hace más de tres décadas en la comunidad de las Naciones Unidas.


Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal








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