Múuch’ Xíinbal y el tren que no va
Antigua estación en Valladolid/Foto: Haizel de la Cruz
Por: Juan Carlos Faller Menéndez
Hoy lunes 13 de enero de 2020, la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal culmina su segunda vuelta al sol y emprende la tercera, en su lucha –abierta y pública– por la defensa del territorio Maya, base de su identidad colectiva.
La lucha es por la justicia y la verdad, por el derecho y por el futuro de la Península de Yucatán, en contra del monstruo de la ambición y la codicia desmedida, irresponsable y suicida.
Este año es crucial. El Presidente de México ha perdido el suelo, como le suele pasar a los que llegan al trono. Ya cree el Sr. López que su palabra es ley, a prueba de Historia, y que todas sus ideas y ocurrencias son geniales y progresistas, y que quien no aplauda es porque en el fondo es malo y perverso. (Por eso el gobernador Mauricio Vila aplaude.)
El proyecto del Tren “Maya” (al que llamaremos como lo merece: tren de AMLO) es un buen ejemplo del mesianismo y la egolatría presidenciales: dice López (pues así va el discurso) que su tren traerá desarrollo y progreso. El problema es que la única garantía que nos ofrece a la vista (entre muchas cosas que esconde y simula, él y su gobierno) es su palabra presidencial, endeble y fugaz como un sexenio (o menos).
Tan gachos son AMLO y su FONATUR que no piden el beneficio de la duda: lo exigen y lo imponen a su favor con todo el autoritarismo discursivo y mediático de que es capaz el rey de los chayotes, haciendo chafa –con todo el cinismo del mundo– a tratados internacionales fundamentales. El Sr. López exige el beneficio de la duda para favorecer un megaproyecto que se está cocinando con la mismísima receta y los ingredientes que originaron Cancún Frankenstein (ese paraíso infernal implantado en territorio Maya hace décadas, sumidero de dignidades e identidades): un presidente mesiánico y su “idea genial” administrada y ejecutada por (sí, el mismísimo) FONATUR, con todo el desparpajo, la desvergüenza y el cinismo del mundo.
En esta defensa del territorio Maya no hay piso parejo: la Revolución Mexicana no llegó a tanto, aunque con sinceridad lo haya intentado al principio. Allá quedó Zapata en Chinameca, asesinado a traición (como Villa y tantos otros), y allá quedaron las banderas de Tierra y Libertad vueltas botín político de partidos únicos multicolores.
La “cuarta transformación” (4-T) que pregona el fulano presidencial es un misterio a medias, sobre todo ante una Revolución Mexicana (la 3-T) inconclusa y en proceso de reversión, pues el derecho a la Tierra y a la dignidad de los pueblos originarios están bajo asedio y peligro de exterminio (como prueba irrebatible están las amenazas y los asesinatos de líderes indígenas defensores de sus territorios e identidades colectivas).
Lo que es obvio de esta 4-T medio misteriosa es que engendra planes macabros tipo el Tren de AMLO: ocurrencia de la peor calaña en un panorama regional y nacional hecho de simulaciones (allá está su modelito de “consulta indígena” que no nos dejará mentir).
Y bueno, por aquí en la Península de Yucatán se dice y se opina que mucho tendrán que cambiar las formas y los modos presidenciales –sobre todo en cuanto al respeto a los pueblos originarios– para otorgarle al tal López el beneficio de la duda (justificada y legítima), un beneficio limitado y bajo condiciones. Por de pronto, el tren de AMLO no pasará. No así. Porque es un tren que viene cargado de mentiras, simulaciones y traiciones presidenciales. Y así no va.
Abrazo a Múuch Xíinbal en esta su tercera vuelta al sol en tierras mayas. (JCFM, Jo’, Yucatán, 13 de enero de 2020)