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EL CUIDADO DE LA SALUD DEL TERRITORIO


Por Eliseo Ek

Integrante de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch' Xíinbal

Hablar del cuidado de la salud del territorio maya es adentrarse en el mundo espiritual o la cosmología desde la cual percibimos el mismo, no es solo pensar en la salud del medio ambiente, del hombre que lo habita o de los animales. Va más allá de la concepción occidental de salud territorial ya que, cuando los dioses o guardianes crearon la tierra y los elementos designaron un protector para cada elemento, así tenemos a Yuum Chaak (dios de la lluvia), Yuum lik’, Yuum Báalam, Yuum K’áax etc. Y cada uno de ellos tiene como objeto salvaguardar y mantener la salud y el equilibrio en la tierra, en el territorio y se la prestaron al hombre para buscar en él su sustento y el de los dioses (ofrendas).

Es por eso que en la perspectiva de nosotros como pueblos mayas, no existe la idea de propiedad (individual) ya que la tierra no nos pertenece, fue prestada por los dioses y todo debía ser colectivo desde el trabajo hasta el cuidado de la tierra los montes, para lo cual se otorgó la forma en la que debíamos mantener esa salud, y al estar saludable los montes, la tierra, las fuentes de agua, los animales también estaría asegurada la salud del hombre.

En primer lugar al ser el hombre creado de maíz, los dioses pensaron que la mejor manera de mantenerse sanos era consumiendo el mismo material del cual fue formado otorgando así, el don o la “gracia” del maíz. Pero no solo era eso, esa gracia también serviría para alimentar y mantener la salud de los dioses o guardianes para que a su vez ellos puedan cumplir con el objetivo de mantener el equilibrio en el territorio, también; al sembrar el maíz o la “gracia” aseguramos la salud y sobrevivencia de los animales y aves que cohabitan con nosotros el territorio que también, nos sirven como alimento.

También los dioses, pensaron en su puuksik’al (corazón) que; si de mantener el equilibrio y la salud se trata entonces el hombre debía estar completamente sano a fin de poder alimentarlos a través de las ofrendas, para esto; proveyeron distribuyendo en cada hierba, árbol, planta, y en cada parte de la creación la esencia de la medicina. Lamentablemente vemos hoy día que muchos hermanos mayas han olvidado el carácter espiritual del territorio y se dejan llevar por cantos de sirena que dañan y merman la salud de ese TODO, que debería ser el hombre con el territorio y en el que habíamos vivido hermanados al ser creación de los dioses, la enseñanza con vida para la vida de los abuelos se ha echado al olvido, se ha ignorado la espiritualidad maya que nos une y mantiene la salud gracias a la ofensiva de los gobiernos que hoy pretenden quizás cumplir una profecía de Alfonso caso “ en 50 años, ya no habrá indios en México”.

De tal forma, se puede entender que la política indigenista de los diferentes gobiernos que a los largo de la historia ha tenido México, es encaminada a la desaparición total de los pueblos indígenas con los “planes de integracionismo, aun que para lograrlo se deba socavar, corromper destruir mediante los medios necesarios el equilibrio y salud de sus territorios. El territorio maya no es la excepción y tampoco ha escapado a la pretensión de los gobiernos, con la cosificación de los cultivos sagrados como el maíz, del frijol y la calabaza, con la cosificación del territorio a fin de ponerle precio cada m2 creando sentido de propiedad y pertenencia entre los pueblos (que no existía porque todos era colectivo, comunal) desarraigando el sentido de la espiritualidad y pertenencia al territorio con la introducción de productos que minan y dañan no solo la salud de los pueblos también de las abejas y animales, de la tierra haciendo perder la visión de kili’ich (santo) de todo lo que de ella proviene, socavando así también el cimiento de nuestra vida comunitaria poniendo en riesgo la salud del territorio al olvidar alimentar a los dioses, realizar las ceremonias, como se menciona líneas arriba; con las políticas de integracionismo indigenista no es de extrañar que de unos años a la fecha estén llegando a la península de Yucatán proyectos y megaproyectos que deterioran aún más esa unión espiritual.

Tenemos así que, la llegada de los menonitas con sus monocultivos de arroz y la agroindustria con sus monocultivos de palma africana, la introducción de cultivos transgénicos (OGM) para los cuales es necesario el uso indiscriminado de glifosatos que causan mortandad entre las abejas y animales, la implementación de mega granjas de cerdos con capacidad de hasta 60,000 ejemplares cada uno, parques eólicos, fotovoltaicos y mas reciente la amenaza de un tren que partirá en dos el corazón de la selva, y traerá más que beneficios mayores pesares y calamidades a los pueblos mayas.

Proyectos que no solo deterioran y socavan nuestra salud, también rompen y destruyen el tejido social y comunitario.

De tal manera que la única forma que tenemos de hacer frente a esta política de integracionismo indigenista es, recuperando nuestro tejido comunal para así mantener la salud en nuestro territorio y nuestro cuerpo, ya que como diría el poeta Pedro Uc: “las ramas de la gran ceiba han sido taladas, el árbol sagrado esta en peligro” y con él claro, la salud y sobrevivencia del pueblo Maya.



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