DOS AÑOS DE RESISTENCIA, LUCHA COMBATIVA Y OPTIMISMO
Asamblea general/Foto: Haizel de la Cruz
Por Rodrigo Patiño, Articulación Yucatán
La Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch’ Xíinbal, celebra con alegría su segundo año de vida. El 13 de enero de 2018, en la ciudad de Mérida (la antigua Jo’) se decidió iniciar esta organización social para apoyar a las comunidades mayas frente a los llamados megaproyectos que amenazan al territorio peninsular desde hace ya varios años. En el nombre del desarrollo, estos megaproyectos apuntan hacia mejorar la economía de la región, pero al mismo tiempo enfrentan un descarnado capitalismo globalizado contra una cosmovisión maya que prioriza el respeto y cuidado de los recursos naturales dentro de una lógica comunitaria y de protección a la naturaleza. Si bien, la preocupación inicial de Múuch´ Xíinbal fueron los megaproyectos eólicos y fotovoltaicos, desde sus primeros momentos incluyó en su lucha otros megaproyectos que están ampliamente relacionados con la tenencia de la tierra, los impactos socio-ambientales negativos y la falta de atención a los derechos indígenas, individuales y colectivos, de las comunidades mayas. Estos conflictos han sido documentados y denunciados en varias ocasiones por la Articulación Yucatán y la Red de Resistencia y Rebeldía Jo’; más recientemente se denunciaron también en un mapa publicado por GeoComunes y el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, con el apoyo siempre de académicos interesados y comprometidos.
Siendo Múuch´ el clasificador numeral maya para contar conjuntos, al asociarse con Xíinbal, que significa andar o caminar, una traducción libre para Múuch´ Xíinbal sería “avanzar juntos”, que rescata entonces el significado de una Asamblea. Es en este sentido que me ha tocado ver a los miembros de Múuch´ Xíinbal: trabajando siempre unidos y logrando avanzar en su movimiento. Más de una ocasión he escuchado críticas contra los líderes de la Asamblea, pero en realidad me ha tocado ver en sus asambleas generales que las decisiones son tomadas de manera consensuada; también he visto que quienes son considerados esos líderes son en realidad los que están trabajando más y por el bien común. Siguiendo con el desmenuzamiento del nombre de la Asamblea, la defensa del territorio alude justo al reconocimiento de la importancia vital de la tierra para los pueblos originarios, recordando que los mayas son la población mayoritaria del estado de Yucatán, pero al mismo tiempo reconociendo que esta población prácticamente no es considerada en la toma de decisiones respecto del futuro deseable para la región.
No me extraña que Múuch´ Xíinbal se declare en resistencia, ya sea por la vía legal o a través de otros medios, cuando la palabra “maya” es utilizada para defender megaproyectos que no se propusieron desde sus pobladores, como el actual proyecto federal del Tren Peninsular. Dicho sea de paso, estos megaproyectos tampoco fueron revisados y avalados por la academia local: responden más bien a poderes hegemónicos y globales que, sin escrúpulos, tratan de arrasar con la gran riqueza biocultural y de recursos naturales de la Península. En Yucatán no hay petróleo ni minas, pero hay sol y agua que comienzan a valorarse a la alza en un mundo que está deforestándose con velocidades enormes. Los manglares, cenotes y selvas se enfrentan a la ambición de algunos cuantos, y las ganancias no son locales. Como en otras partes del mundo, las poblaciones más vulneradas por el daño ambiental y el cambio climático, son las que tradicionalmente han conservado la riqueza de su territorio y quienes sufren grandes presiones para desprenderse del mismo en nombre de un progreso mal entendido.
Son apenas dos años de trayectoria, pero que han venido cargados de múltiples confrontaciones, injurias y amenazas. Si bien inevitables, esto efectos negativos se convierten en un indicador de que hay intereses muy fuertes que son incomodados y amenazados. El enemigo es poderoso, oculto y disperso, pero Múuch´ Xíinbal ha sabido sortear las adversidades y avanzar en su organización interna, haciéndose también visible al exterior. Cada vez más fuerte, no vacila en seguir avanzando en conjunto, en despertar el interés y la solidaridad de la opinión pública, y en su crecimiento como un movimiento maya auténtico, sin intermediarios y con fidelidad a su autonomía. Ante la transición política de 2018, a nivel federal como estatal, Múuch´ Xíinbal ha sabido posicionarse y mantener los temas de su interés en la agenda gubernamental. No ha sido fácil su despegue, pero les auguramos muchos años más de trabajo, siendo fieles a sus principios y, sobre todo, sin desprenderse de esa alegría grupal que le caracteriza.
Este debe ser el comienzo de una era en la que las culturas originarias sean valoradas en su justa medida y, sin necesidad de una representación o defensoría, nos guíen en este difícil camino para enfrentar la actual crisis humana y ecológica del Planeta. Los mayas de Yucatán son un ejemplo de resiliencia y adaptación ante los embates que se han enfrentado durante tantos años. Quizás ya no existan esos mayas prehispánicos de los cuales se conservan aún tantas ideas románticas enaltecidas por los viajeros extranjeros que han visitado la península de Yucatán por más de dos siglos, pero ¿acaso el mestizaje, las migraciones y los cambios en la lengua y la cultura no son características inherentes del ser humano? Quizás muchos mayas del siglo XXI están “contaminados” con las ideas occidentales de desarrollo económico, con los programas asistencialistas que imponen los gobiernos y con la constante discriminación que les llega en formas que van de lo sutil a lo violento. Sin embargo, también conozco a esos otros mayas que aman su idioma, practican con orgullo sus tradiciones y disfrutan de su relación con la comunidad y el medio ambiente. La Múuch´ Xíinbal está formada por estos últimos y ya sembró una semilla que ha germinado; la planta creció y está dando frutos con semilla originaria y nueva. ¡Larga vida a la Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch’ Xíinbal!
