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El clan de Mauricio Vila Dosal y el abuelito mentiroso


Palacio de Gobiernio, Mérida/ Foto: Sandra Salvado. Tomado de internet



El gobernador Mauricio Vila Dosal es una máscara (la carita sonriente) de un clan político estatal corrupto y corruptor. Es algo así como la réplica local del nefasto Enrique Peña Nieto. Y no hace falta mucha investigación para ver que el verdadero jefe de Vila es el capo de su clan familiar: el empresario Carlos Abraham Mafud, que es señalado (y está demandado judicialmente) por el ejido de Chablekal como el empresario mañoso que se quieren apropiar de sus tierras ejidales.


El vínculo familiar de Vila Dosal con los Abraham Mafud es el siguiente: Vila es casado con una sobrina carnal (en segundo grado) de Abraham Mafud; y además, la esposa del gobernador es también sobrina carnal (en segundo grado) de Dulce María Sauri Riancho; y ésta, adicionalmente, es consuegra de Sergio Abraham Xacur, primo hermano de los Abraham Mafud. Es decir, Sauri Riancho, hoy diputada federal del PRI, pertenece al clan de los Abraham.


A Dulce María Sauri se le recuerda como la cobarde gobernadora interina de Yucatán que el 1 de diciembre de 1993 huyó del cargo, “renunciando” por medio de un vergonzoso mensaje de fax enviado la madrugada de ese día al Congreso estatal. La señora no tuvo el valor de dar la cara.


Dulce María Sauri Riancho está casada con un ser despreciable, mentiroso y cobarde, con un largo historial de traiciones: José Luis Sierra Villarreal, quien como miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre participó en la célula terrorista que intentó raptar al empresario regiomontano Eugenio Garza Sada el 17 de septiembre de 1973, intento que terminó en el asesinato de éste. A Sierra Villarreal (regiomontano como Garza Sada) lo recuerdan sus ex compañeros como un cobarde y un traidor; los policías que lo interrogaron después del crimen, por su parte, lo recuerdan como un llorón, muy prolífico en las delaciones, a quien no hubo necesidad de golpear para que hablara, sino para que se callara.


Al parecer, Sierra Villarreal y Sauri Riancho eran pareja cuando aquél se hizo terrorista; las débiles y timoratas convicciones “revolucionarias” de la pareja pronto cambiaron de color, volviéndose “soldados” del PRI, donde las traiciones a otras causas siempre han sido muy bien recibidas. Así, entre delaciones y traiciones Dulce Sauri fue escalando posiciones dentro del partido, pero el verdadero impulso a su carrera política vino de la mano de Carlos Salinas de Gortari, quien como secretario de Programación y Presupuesto (1982-1987) le dio un buen puesto bajo su mando, y que luego, como presidente de México (1988-1994), la hizo primero senadora y luego gobernadora interina de Yucatán (de donde huyó de manera cobarde y vergonzosa, como ya se dijo arriba). Y por si faltara más cochambre en la trayectoria de la pareja Sierra-Sauri, Dulce fue impuesta en la presidencia nacional de PRI (1999-2002) por uno de los personajes más representativos de la corrupción política de esos años: el tabasqueño Roberto Madrazo Pintado, quien de la mano de Dulce quiso ser presidente de México (pero no se les hizo).


Hoy, Dulce María Sauri Riancho es diputada federal plurinominal por Yucatán, y su sobrino Mauricio Vila Dosal es gobernador-pantalla de Yucatán, a las órdenes de su familia política (los Abraham), señalada como saqueadora de tierras ejidales por los mismos afectados.


En este contexto, José Luis Sierra Villarreal y personas de su calaña (alguna desde Valladolid, otra desde Campeche, pero todas desde lo más hondo de la podredumbre ética) han desplegado sus tristes banderas de calumnias y mentiras, con muy poco éxito pero con terquedad sicótica. Incluso, Sierra (aparentemente con el apoyo de la familia Abraham) intentó hacer de La Jornada Maya su tribuna, pero pronto fue bajado de la nube con dos réplicas (“Respuesta a escrito de José Luis Sierra”, LJM, 31 de mayo de 2019, y “El desarrollo desde la academia”, LJM, 18 de junio de 2019) que mostraron lo evidente: el abuelito Sierra es un mentiroso contumaz y un calumniador cobarde e incorregible; y lo es de manera tan evidente que no pudo responder nada en dicho periódico (tal vez su clan le dijo que mejor se callara, porque los estaba quemando).


Pero Sierra y sus émulos no paran: pretenden convertirse ahora en adalides de los megaproyectos asesinos y del saqueo de tierras ejidales (apoyados en el lance por el clan Abraham, que lleva a Vila Dosal como pantalla de carita feliz), y quieren congraciarse de paso con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien tiene de “súper delegado” en Yucatán a un sirviente del clan Abraham: Joaquín Díaz Mena, alias “Huacho”, ex priísta, ex panista y ahora “morenista”.


Y bueno, falta espacio para hablar más de “Huacho” y de cómo el clan Abraham está aliado indisolublemente con el sempiterno Secretario de Seguridad Pública de Yucatán, Luis Felipe Saidén Ojeda. Pero eso lo dejaremos para cuando el abuelito Sierra (o su clan de bandidos) nos vuelva a dar algún motivo para sacarle sus trapitos sucios al sol (hay abundante información al respecto). Ojalá sea pronto. (J.C.F.M., Jo’, Yucatán, 10 de noviembre de 2019)

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